01 octubre 2006

Los peligros del alcohol (y la ausencia de sexo)

Ayer tuve una de esas noches en las que no le harías ascos a muchos de los tíos a los que ves. La razón (cómo no) era que me había tomado algunas copas y, sobre todo, que hace muuuuuuuucho tiempo que no me lío con nadie. ¡Qué triste es la vida de la soltera treintañera!
En realidad, la mayor parte del tiempo no me importa, pero cuando llevas más de un año sin acostarte con nadie... uf, se hace duro, la verdad. El problema es que resulta complicado conocer a gente nueva, sobre todo cuando no eres muy sociable y no hay cosa que te aburra más que las conversaciones tipo «estudias o trabajas». Así que empiezas a mirar a aquellos a los que tienes más cerca, a los que no les tienes que contar tu vida. Esto, claro, en realidad es peligroso, porque sabes que sólo te interesan para lo que te interesan, y luego, ¿qué?
Es lo que me pasó ayer. Empecé a pensar que no me importaría enrollarme con un conocido, una persona que nunca me ha gustado, pero que en algún momento mostró interés por mí. Afortunadamente, las circunstancias no hicieron que ninguno de los dos se lanzara, porque entonces probablemente este post de hoy sería el de una persona totalmente arrepentida.

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